Todas.
Y no es una exageración.
Quien lo probó, lo sabe.
Podríamos quedarnos aquí, los padres y madres experimentados en estas lides, no solo tendrían suficiente con esta afirmación sino que la valorarían como un axioma que, como tal, podría y debería ser admitido sin demostración alguna.
Pero no, no vamos a hacer eso. Y no vamos a hacerlo por tres razones fundamentales. La primera por solidaridad, porque todos hemos debutado en algún momento en asuntos semejantes; la segunda, porque las dudas son la materia de la que está hecha la crianza y, la tercera, porque aquí estamos para resolver.
Ya haya sido como campistas y alumnos; como madres y padres, en las múltiples etapas del crecimiento de nuestros retoños, o como solicitantes de información sobre la conveniencia o no de los campamentos de verano en inglés para nuestros hijos, todos hemos tenido en la cabeza la posibilidad de vivir esta experiencia.
Así ha sido y así seguirá siendo.
Y ahora, porque la vida sigue su curso y los roles cambian, ha llegado el momento de dejar los papeles secundarios y asumir los de principales, al menos, hasta que los verdaderos protagonistas se lancen a vivir, en primera persona, la experiencia del que, probablemente, se convertirá en uno de los veranos de sus vidas.
Veamos el guión de la película.
Un campamento de verano en inglés ha pasado en los últimos años de ser casi una extravagancia a convertirse en una formidable herramienta para el crecimiento y la formación de nuestros hijos.
La película comienza con un prólogo en el que os preguntáis qué podrían hacer los niños para aprovechar bien el verano. En un principio, decidís hablar de ello entre vosotros. Necesitáis tener las opciones claras para poder ofrecérselas a los pequeños, claro, que para eso vosotros tenéis que conocer bien el percal.
Vivimos en los tiempos en que acceder a la información es fácil, otra cosa es filtrarla, y vosotros, que es la primera vez que vais a hacer algo así, queréis encontrar la mejor opción.
Echáis un vistazo a las ofertas disponibles, os ponéis en contacto con diferentes organizaciones, consultáis con amigos y conocidos, incluso con amigos de conocidos de amigos, si la información que os pueden ofrecer os parece lo suficientemente importante.
¡Vamos! que revolucionáis Roma con Santiago y buscas bajo alfombras, felpudos y toallas de playa, hasta recopilar un volumen de información suficiente como para tener cubiertos cincuenta veranos…y os sentís un poco abrumados, lo mismo no hace falta tanto, pero claro, buscáis lo mejor y estáis debutando, eso tiene un peaje.
Y lleváis buen camino, poco a poco el plantel de alternativas se reduce.
El conocimiento que vais adquiriendo aumenta y empezáis a tener claro lo que buscáis y a tomar el control. La información ya no abruma, ahora está a vuestro servicio.
Ya habéis excluido opciones que os parecen incompletas, sabéis lo que no queréis y lo que estáis buscando. Descartar comienza a ser fácil.
Y ahora todo está mucho más claro, es lo que tiene separar el polvo de la paja.
Estáis buscando un lugar especial en el que vuestros hijos pasen unas semanas inolvidables, unas semanas en las que el inglés sea un componente más de la convivencia, un elemento transversal presente en las actividades cotidianas. Queréis que vivan en un entorno natural y naturalmente británico, tanto, que puedan aprender, incluso, a utilizar otra moneda para sus compras.
Sí, sí, muy británico pero no se trata de patchwork, esa opción ya ha quedado descartada.
Para que quede claro, no es un campamento de verano a retales, con las clases de inglés por un lado y la convivencia por el otro.
No, no es eso lo que estáis buscando. Vosotros queréis una auténtica experiencia de convivencia inglesa, un curso de inmersión en el que realmente aprendan, con un material didáctico y unos monitores de excepción, a desenvolverse en el idioma de la Reina Madre.
Eso sí, cada uno a su ritmo, que diversión y aprendizaje son compatibles y nuestros hijos quieren a descansar, vivir una experiencia única y crecer, no sacar un máster.
Nos acercamos al desenlace de la película y gradualmente la ilusión se va incrementando hasta tal punto, que cualquiera diría que sois vosotros los que vais al campamento de verano en inglés.
La decisión está prácticamente tomada. Habéis encontrado el lugar perfecto, cerca del mar, un recinto seguro y en un entorno privilegiado, con un programa extraescolar de aprendizaje de inglés en régimen de inmersión, que ofrece las mismas condiciones que si los campistas se encontraran en un país de habla inglesa pero sin poner tanta distancia de por medio ni atender los altos costes que esto supondría.
Desde luego, podéis descansar tranquilos, el esfuerzo ha merecido la pena.
Vuestros hijos van a vivir una experiencia singular, van a aprender, a descubrirse entre iguales, a asumir responsabilidades a dar otro importante paso en sus vidas y, lo mejor de todo, es que se lo van a pasar en grande mientras lo hacen porque ellos se lo merecen y porque vosotros habéis sabido encontrar el lugar y el momento perfecto para regalárselo.