Clases durante el curso académico vs clases de inglés en verano.
Comienza el juego de las diferencias que bien podría decirse que se desarrolla en el teatro de la vida, porque la vida, como cantaba La Lupe, es puro teatro ¿o no?
Se abre el telón y vemos a los dos personajes: el curso de verano de inglés y el curso académico integrado en el programa escolar que se extiende a lo largo del año.
Así mirado, podríamos pensar que la principal diferencia es la duración de cada curso y no, aunque está claro como el día que esa es una de las diferencias, en absoluto constituye la principal.
Cuando nuestros hijos e hijas inician un nuevo curso académico, les espera un programa más compacto y menos flexible de lo que sería de desear en la mayoría de los casos, en el que están integradas todas las asignaturas que van a cursar, entre ellas el inglés como asignatura en sí misma, no asociada a un modelo de educación bilingüe, que esa es otra historia y se desarrolla en otro escenario.
Las horas lectivas de inglés, insertadas en una jornada normal, se presentan como una porción del programa, de aproximadamente cincuenta minutos de duración, durante las que los estudiantes resetean sus cabezas y se ponen “en modo” lengua de Shakespeare, o esa es la pretensión.
Concluidos los cincuenta minutos de clase, los estudiantes retoman las matemáticas, la educación física o la sintaxis, previo reseteado de sus cabecitas para ponerse “en modo” correspondiente o adecuado.
Si lo pensamos con tranquilidad, que consigan aprender inglés de esa forma constituye, cuando menos, si no un milagro un hecho insólito.
Y, sin embargo, lo hacen, claro que la música que escuchan, las películas y series que ven y los “amigos” que hacen a través de las redes sociales, también tienen su peso específico en este asunto. Es decir, sus actividades de ocio y socialización, colaboran en el aprendizaje y consolidación de un idioma.
Y esa es la gran baza, porque, si esto es así durante el transcurso del curso académico. ¿De qué no serán capaces vuestros hijos en un curso de inglés intensivo de verano? Un curso completamente asociado a lo que mejor saben hacer: divertirse.
Es como para pensárselo ¿verdad?
Entonces, las clases de inglés de un curso de inglés en verano deben de ser otra cosa claramente diferenciada de las que transcurren durante el año lectivo.
Ambas, las clases del curso académico y las de un curso de verano, son clases, es cierto y, sin embargo, no tienen en común nada más que el nombre o el apellido porque podríamos decir que pertenecen a la misma familia.
Las clases del curso académico, serían el pariente serio con algún momento chispeante de vez en cuando pero sin abusar, porque estas clases no dejan de ser una obligación que hay que cumplir en un aula, junto con otras, a lo largo del curso escolar.
Son necesarias para sentar las bases del conocimiento del idioma, y si se da la buena fortuna de tener un profesor implicado, pueden ser de lo más interesantes para, por ejemplo, sentir el picotazo de la curiosidad por una lengua distinta de la materna, gestionar redes sociales y/o desentrañar los misterios del último éxito del ídolo de turno además, por supuesto, de tener su peso específico en el boletín de calificaciones, pero, se mire como se mire, no deja de ser una obligación integrada entre otras.
Sin embargo, las clase de inglés en verano, -¡ah el verano!-, esas son otra cosa. Viene a ser como darle la vuelta a la tortilla o, mejor aún y siguiendo con el símil de la familia, se trataría de esos tíos y tías que aparecen por sorpresa o los días festivos con regalos para los sobrinos, invitaciones a parques temáticos o quien sabe qué nueva ocurrencia.
Después de todo es verano y en verano puede pasar cualquier cosa.
Como por ejemplo, que vuestros hijos estén en un campamento de inglés donde, para jugar, bailar, charlar, vamos para divertirse, utilicen el inglés, lo pongan en práctica, sea su vehículo de comunicación, sin la presión del curso académico del aula del centro escolar sino abordando temáticas que les son más cercanas, poniéndolo en práctica de manera simultánea sin que equivocarse pueda significar una mala nota. Aquí se aprende por el placer de aprender y para contarse cosas.
¿Y si algún alumno se asusta o se siente intimidado porque cree que no va a estar a la altura? Los curso de inglés de verano, los que de verdad dejan una maravillosa huella y un poso de conocimiento real, disponen de un equipo de profesionales para suavizar esos temores hasta que desaparecen transformados en curiosidad y ganas de intentar sumarse a la fiesta.
Porque practicar un idioma en pantalones cortos y camiseta, salpicando en una piscina o asumiendo un papel de “mayor” haciendo gestiones en el banco, convendréis conmigo, no tiene nada que ver con recibir una clase de inglés sentado en un pupitre.
Y esa es la diferencia definitiva.