Y nos vamos a quedar cortos pero ya se nos ocurrirá algo.
Un curso intensivo de inglés en verano proporciona básicamente experiencia, que es la materia real de la que está hecho el proceso del crecimiento.
Nada, nada de nada, existe mientras no se experimenta.
Podemos asumir ejemplos y experiencias de otros como material ilustrativo pero nunca se podrá comparar a aquello que vivimos como protagonistas reales.
Y cuando decimos “vivimos” queremos decir exactamente eso: vivir las situaciones, interiorizar sus enseñanzas, sus traspiés y sus triunfos, y aplicarlas en el futuro.
Visto lo anterior, vamos a centrarnos y a poner el foco en la experiencia de participar en un curso de inglés intensivo en verano y en sus consecuencias en forma de cinco beneficios que se pueden destacar como titulares.
Que no se nos escape que esos beneficios llevan aparejados otros que, en parte, son previsibles y para todos y ,en parte, son desconocidos porque cuando una experiencia se vive a título personal, los beneficios que puede aportar son tan singulares como intransferibles.
Ese es el llamado factor sorpresa, el beneficio inesperado, la chispa con la que nadie contaba y que, sin embargo, ilumina comportamientos, afectos y proyectos futuros.
Un curso intensivo de inglés se adapta al verano como una tabla de surf a las olas del mar, están hechos el uno para el otro.
El verano se aparece en el imaginario de todos como la época milagrosa, esa en la que todo puede ocurrir. La libertad, la autonomía y el tiempo libre, se alían para ofrecer un panorama colorido de oportunidades para la diversión… y todo nos parece posible.
Y eso, como adultos.
¿Qué pasa en las mentes infantiles cuando piensan en las vacaciones de verano? Para empezar, que son eternas, tanto o más que ellos mismos.
Vamos, vamos, quita esa cara de duda y suficiencia de adulto, párate un segundo y mira por encima del hombro, de tu hombro, que solo hay que ir, como quien dice, hasta antes de ayer. Que la infancia está ahí, a un paso y la adolescencia también, aunque igual no te apetezca mucho el reencuentro- y mira que sería con la tuya -.
Volvamos al presente sin perder de vista esa perspectiva. Ya estamos frente a ese panorama que ahora has puesto delante de los ojos de tus hijos porque sabes de lo que se trata y conoces sus beneficios.
El primero de ellos es que van a sumergirse en un idioma que, paradójicamente, les va a enseñar a nadar en aguas aún desconocidas ¡Y con qué destreza, y con qué estilazo!
Porque aprender inglés en un curso intensivo de verano, no tiene nada que ver con el resto de las opciones a lo largo del año.
El verano ofrece escenarios de aprendizaje al aire libre, rutinas y actividades que hacen de la inmersión lingüística un auténtico juego. Solo tienes que contar con un equipo de auténticos profesionales con la experiencia adecuada y que no solo sepan jugar y conozcan las reglas, sino que les guste el juego.
De momento, vas por buen camino.
En segundo lugar, un curso de inglés intensivo en verano, favorece el cambio, invita a dejar atrás el traje del curso y ponerse uno nuevo, unos pantalones cortos y una camiseta facilitan el movimiento sin agobiar. Y de esa guisa y entre iguales, también ayuda a desembarazarse de timideces y etiquetas, aquí vamos a divertirnos y lo vamos a hacer en inglés.
Y así llega el tercer beneficio, el desarrollo de las habilidades sociales, porque en un curso intensivo de inglés de verano, los alumnos conviven e interactúan entre sí. El estar fuera de casa les ayuda a poder comportarse de una forma más autónoma, la convivencia les obliga a la relación social, a trabajar en grupo, a negociar antes que a imponer, a adaptarse y a disfrutar de lo compartido. Si me apuras, todo un máster en diplomacia.
Manejar un idioma distinto del habitual reviste a los alumnos y alumnas de una personalidad diferente, no es que se conviertan en Mr Hide, ni muchísimo menos, es que despierten otros aspectos de su carácter, algún matiz que, por el motivo que sea, ha permanecido dormido y que permite, una vez despierto, un avance más rápido en el aprendizaje del idioma. Y este es el cuarto beneficio.
¿Y porqué ocurre esto? Porque el equipo de profesores que dirige el grupo está preparado para apelar a esa parte dormida y los alumnos tienen la confianza suficiente para sacarla de paseo, todo con tal de hacerse entender, cualquier recurso es válido, y al final, entre unas cosas y otras, se amplia vocabulario. Será por sumar.
Recapitulando, así como quien no quiere la cosa, nos damos de frente con el quinto beneficio que nos hemos propuesto destacar y que es tan importante en el desarrollo pleno de vuestros hijos: la satisfacción personal.
Participar en una actividad intelectual de inmersión; abrir el cofre de los recursos personales y ponerlos en movimiento; manejarse con mayor o menor soltura, pero manejarse, en las relaciones sociales y hacerlo en otro idioma, son factores que conducen al mayor de los beneficios: el aumento de la autoestima, de la seguridad en uno mismo, en el reconocimiento de la valía personal.
Hemos destacado cinco pero, como habéis podido comprobar, cada uno de los beneficios lleva otros asociados porque un curso intensivo de inglés es un micromundo en el que se desarrolla una experiencia única e inolvidable que será útil a lo largo de toda la vida.